Dentro del crecimiento vertiginoso del campo tecnológico en los últimos años en el mundo y en México, la impresión en 3D ha sido uno de los pasos más revolucionarios. Los orígenes de la impresión 3D se remontan a la década de los años 70 con la creación de la impresora de inyección de tinta, que posteriormente se transformó en impresión con materiales.
Desde hace muchos años atrás nos hemos familiarizado con la definición de impresora haciendo referencia al aparato que encontramos en cualquier oficina o cualquier casa, y que al conectarse al computador reproduce documentos e imágenes, pasándolos de digital a físico. Pero una impresora 3D va un paso más adelante y puede crear objetos completos.
Pero ¿cómo funciona la impresión 3D? Sencillamente reproduce las representaciones gráficas de objetos creados a partir de una computadora, por medio de un programa CAD (Diseño asistido por computadora) convirtiéndolas en un modelo físico en tercera dimensión. Es decir, que una impresora 3D tiene la capacidad de imprimir figuras que poseen ancho, largo y alto.
Esto puede abarcar desde piezas muy sencillas hasta objetos mucho más complejos. Con frecuencia se ha utilizado en la prefabricación de objetos en áreas como la arquitectura y la ingeniería industrial, e incluso en el campo de la medicina, como en el caso de la impresión de tejido humano.
La impresión 3D es hoy en día una de las tendencias que cobra más auge en la actualidad. El uso de las impresoras 3D en México se extiende a múltiples usos y a la producción de diferentes piezas con distintas utilidades. De manera paulatina han salido al mercado varios modelos de impresoras con este tipo de tecnología.
Las impresoras 3D utilizan variadas técnicas de producción y cada una posee particularidades especiales para su funcionamiento. Pero, básicamente todas lo que hacen es fabricar un objeto construyéndolo en capas sucesivas hasta lograr que tenga el volumen deseado.
Es decir, la impresión 3D está basada en las “tecnologías de procesos aditivos”. Este concepto de se refiere al proceso mediante el cual una pieza determinada es creada a través de la definición de una secuencia de capas.
Generalmente, se pueden emplear materiales de distintas características y texturas para la fabricación de cada pieza a través de una impresión 3D. Las posibilidades son numerosas, con esta tecnología se puede desarrollar casi cualquier tipo de pieza y lo mejor, de una manera mucho más económica. Es útil para artículos de diferentes gamas, como la ingeniería, la mecánica, la arquitectura, el diseño, la industria textil, la industria alimenticia, la medicina, entre otras, y aunque para muchos parezca algo del futuro, realmente ya se emplea masivamente.
Desde unas sencillas maquetas hasta prótesis y órganos humanos, todo se puede materializar por medio de las impresoras 3D. De hecho el tamaño no es un impedimento, existen actualmente impresoras de gran volumen que pueden producir objetos tan grandes y complejos como casas o incluso edificios.
Sin duda, el uso de las impresión 3D en nuestro país y el mundo, cada vez se está haciendo más cotidiano y extendiendo a todos los ámbitos. Su evolución ha sido vertiginosa y en poco tiempo se estima que las impresoras de tercera dimensión puedan ser tan comunes como las impresoras tradicionales, incluso dentro de nuestros hogares mexicanos.